Bowie , Sagan y Capitan Kerk flotando en un punto azul pálido
“En 2021 tuve una experiencia que me cambió la vida. A los 90 años fui al espacio, después de décadas interpretando a un personaje icónico de ciencia ficción que estaba explorando el universo. Pensé que experimentaría una profunda conexión con la inmensidad que nos rodea, un profundo llamado a la exploración sin fin".
"Estaba absolutamente equivocado. El sentimiento más fuerte, que dominó todo lo demás con diferencia, fue el dolor más profundo que jamás había experimentado. Entendí, de la manera más clara posible, que estábamos viviendo en un pequeño oasis de vida, rodeados de una inmensidad de muerte. No vi infinitas posibilidades de mundos para explorar, de aventuras para tener o criaturas vivas con las que conectar. Vi la oscuridad más profunda que podría haber imaginado, contrastando tan crudamente con la calidez acogedora de nuestro planeta natal. Este fue un despertar inmensamente poderoso para mí. Me llenó de tristeza. Me di cuenta de que habíamos pasado décadas, si no siglos, obsesionados con mirar hacia otro lado, con mirar hacia fuera. Hice mi parte popularizando la idea de que el espacio era la frontera final. Pero tuve que llegar al espacio para entender que la Tierra es y seguirá siendo nuestro único hogar. Y que lo hemos estado arrasando, sin descanso, haciéndolo inhabitable".
— William Shatner, actor de la popular serie Viaje a las Estrellas 1966-1969
«Mira ese punto. Eso es aquí. Ese es nuestro hogar. Eso somos nosotros. En él, todos los que amas, todos los que conoces, todos de quienes alguna vez escuchaste, cada ser humano que ha existido, vivió su vida allí. La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, miles de religiones seguras de sí mismas, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, niño esperanzado, inventor y explorador, cada maestro de la moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie, vivió ahí – en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol.
La Tierra es un escenario muy pequeño en la vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que en su gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueldades cometidas por los habitantes de una esquina del punto sobre los apenas distinguibles habitantes de alguna otra esquina. Cuán frecuentes sus malentendidos, cuán ávidos están de matarse los unos a los otros, cómo de fervientes son sus odios. Nuestras posturas, nuestra importancia imaginaria, la ilusión de que ocupamos una posición privilegiada en el Universo… es desafiada por este punto de luz pálido.
Nuestro planeta es una solitaria mancha en la gran y envolvente penumbra cósmica. En nuestra oscuridad —en toda esta vastedad—, no hay ni un indicio de que vaya a llegar ayuda desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos. La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Asentarnos, aún no. Nos guste o no, por el momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos. Se ha dicho que la astronomía es una formadora de humildad y carácter. Tal vez no hay mejor demostración de la locura de la soberbia humana que esta distante imagen de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos mejor los unos a los otros, y de preservar y querer ese punto azul pálido, el único hogar que conocemos.»
No comments:
Post a Comment