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Tuesday 9 June 2015

SUCEDIO EN TAMANGUEYU




Un cuento ferroviario


Esa noche el Tano estaba temprano en la estación. Llegó como a las diez menos cuarto,   buscó en el bolsillo la llave del depósito de encomiendas, abrió el candado y guardó la bicicleta. Miró de reojo hacia la oficina de auxiliares y notó que Ramón no estaba. Se habrá ido a comer pensó, tiene que volver antes de la una y media por el tren de Necochea. Encendió un Particulares y se fue caminando despacio, con las manos en el bolsillo, hacia la cabina de señales.    

Subió la escalera con desgano, abrió la puerta y saludó al Turco, otro descendiente de inmigrantes como el Tano pero bastante mayor que él,   que estaba sentado en el pupitre anotando en el libro las novedades del turno, miró la salamandra y comprobó que estaba encendida con la pava caliente para los primeros mates de la noche. Afuera, la luna iluminaba la estación,   la playa, el techo de los galpones y el paso a nivel de la ruta que cruza las vías a cincuenta metros del andén y de la cabina.    

Cuando el Turco se fue, el Tano movió las palancas de las señales, la del cambio del empalme y la llave correspondiente para comprobar que funcionaban bien, se fijó a través de la ventana que los faroles de la barrera estaban colocados y encendidos, miró el reloj de pared eran las diez y dos minutos. Haciendo girar la manivela del magneto llamó a Control, una voz monótona, del otro lado del teléfono preguntó: 

- Quién ...? 

- Buenas noches Control.... Tamangueyú... además del 113, tiene otro tráfico ? 

- No, nada antes de las seis..... Empalme Lobería clausuró a las veintidós y desde Balcarce, salvo San Agustín, todo clausurado. Del otro lado cerrado hasta Quequén.... y el 113 a horario.

- Gracias Control, buenas noches. 

            El Tano cortó y se sentó en el taburete del pupitre pensando que tenía por delante una noche tranquila.   

Mientras abría el turno en el libro de novedades, volvió a ver las viejas inscripciones que burdamente grabadas en la madera, decoraban la mesa y le hacían acordar al pupitre del colegio, donde fue estudiante allá en Veinticinco de Mayo.     Aquí había números de teléfonos, nombres y hasta consignas políticas, pero la mas extraña era una fecha, sin año y con tres cruces que parecía ser una de las últimas inscripciones de la mesa.

Preparó el mate y se puso a leer el diario que le dejara el turco, al rato se puso a mirar por las ventanas hacia fuera, hacia Necochea y en la estación notó que la luz de la oficina de auxiliares estaba encendida. Ramón volvió temprano, pensó.   

Sobre la playa vio los vagones vivienda de la cuadrilla de Vía y Obras que estaban   desde hacia mucho tiempo, desde hace como un año le comentó Ramón, vinieron a arreglar la vía después de un accidente y se fueron, pero las viviendas quedaron aquí.   

Hacia Balcarce se podía ver la vía hasta la señal de protección del empalme, la curva que se perdía tras un monte  de árboles altos  que impedía  ver mas allá  y para el lado de Tandil se veía la vía recta casi hasta Lobería, al costado izquierdo las luces amarillentas delataban el camino de acceso a la ciudad que no era muy distinta a Veinticinco de Mayo, de  donde el Tano había llegado hacía menos de un mes, como señalero relevante, para cubrir una vacante publicada en el Boletín de Servicio y que entre otras cosas le representaba un extra en su sueldo, en carácter de viático.  

Allá en Veinticinco, pensó, quedaron sus padres y hermanos, un puñado de amigos y alguna chica, amiga nomás, nada serio y un futuro poco promisorio que obligaba a buscar otros horizontes, por ejemplo en Tamangueyú, pegado a Lobería que al final resultó ser no muy distinta a su ciudad natal. No había mucho por extrañar y bastante por conocer, nuevos amigos y nuevas chicas, a lo mejor quien te dice.... no ?.   

De todas formas su trabajo le gustaba y era consiente que para poder progresar debía recorrer la línea, con suerte en no mucho tiempo sería titular en alguna cabina importante de Quequén, Tandil o Bahía Blanca o quien te dice en la sección local, con la siempre deseada posibilidad de ser ferroviario con antigüedad y un buen sueldo, nada menos que en La Capital. 

Miró el reloj y era la una y cuarto, en ese momento, haciendo sonar la campanilla del Harper,   San Agustín pedía vía para el 113.   

Al rato nomás, comprobó que el mate estaba frío y las brasas de la salamandra casi se extinguían, buscó un tronco y cortó una hoja del diario del día anterior que ya había leído y releído sin mucho interés para pasar el tiempo nomás y al darse vuelta vio y le llamó la atención una luz titilante sobre la vía de Tandil, a la altura mas o menos de Empalme Lobería. 

Apoyó el tronco y el papel sobre la mesa y abrió la ventana para ver mejor. La luz parecía la de una locomotora viniendo, se le ocurrió pensar que tal vez fuera un camión sobre el camino pegado a la línea pero no, la luz estaba sobre los mismos rieles. Recordó que la cabina del empalme y por ende el empalme mismo estaban clausurados, trató de encontrar una explicación cuando lo sorprendió el ¨tren entrando en sección¨ desde San Agustín, se olvidó por un instante de la luz y actuando instintivamente respondió otorgando vía y disponiendo cambio y señales para el 113.   

Volvió a mirar hacia la luz y allí estaba, esta vez con un poco mas de intensidad, si era un tren estaría llegando a Lobería, será un volador? Viniendo de donde? se preguntó y por las dudas volvió a llamar a Control. 

- Buenas Noches control, Tamangueyú llama.... este..., tiene algo viniendo de Empalme Lobería ? 

Nuevamente la voz monótona contestó - No, nada, ...a ver.... solo el 113 de San Agustín que pasó por esa a horario y de afuera tampoco hay tráfico.... algo más? 

- No nada mas, gracias, buenas noches. El Tano cortó y se quedó mirando la luz que poco a poco se hacía mas nítida, mas inquietante. 

Cuando a pesar de las evidencias, la luz se convertía prácticamente en las de un tren, tomó la decisión algo turbado y sin comprender la situación, de poner a peligro las señales para el 113 y disponer nuevamente el cambio del empalme como para un tren viniendo de Lobería, se quedó unos minutos mirando la luz como hipnotizado cuando otra luz, la de la locomotora del 113 apareció detrás del monte y fue a detenerse al pie de la señal a peligro. 

Un par de minutos después, la luz que se acercaba se hizo tan evidente que lo obligó a bajar las barreras del paso a nivel, las sombras de los postes y de alguna rama de un árbol cerca de los rieles, comenzaron a dibujarse desplazándose hacia afuera sobre los vidrios y la pared de la cabina, entonces cuando la luz llegó al paso a nivel, de pronto se desvaneció como si nunca hubiera existido, atrás quedó la vía y las luces amarillentas del camino de acceso a la ciudad.   

Esta vez lo sorprendió el silbato de locomotora del 113 con toques cortos pidiendo vía; alcanzó a ver a Ramón del otro lado, caminando sobre el andén, casi corriendo, hacia la cabina. Repuso el cambio aseguró la llave y bajó la señal para el tren de pasajeros que al instante se puso en movimiento. 

Ramón que estaba empezando a subir la escalera, se detuvo y gritó:  

- Tano...pasó algo ? ,  miró hacia el costado y al ver venir el tren se dio vuelta y sin esperar respuesta, bajo de un salto y se encaminó a la estación donde un par de pasajeros esperaban para abordar el tren. 

Cuando la locomotora pasó debajo de la cabina, el Tano alcanzó a ver el rostro del maquinista que miraba hacia arriba con curiosidad, éste y Ramón, razonó, habrán pensado que me quedé dormido.

           El Tren se fue de la estación y al rato también Ramón. El andén y la estación misma   con excepción de la cabina de señales quedaron desiertas, a las seis de la mañana llegaron los primeros rayos de luz matinal y con ellos el relevo. Tras cumplir con el ritual de práctica, el Tano entregó el servicio, sacó la bici del galpón de encomiendas y sin darse cuenta, instintivamente, se fue pedaleando a la pensión donde esa mañana no le fue fácil dormir.

No quiso almorzar, no tenía ganas de comer. Se subió a la bici como a las tres de la tarde y anduvo dando vueltas por Lobería. Pedaleó sin rumbo fijo   pensando en lo de la noche anterior, tratando de encontrar una explicación a lo inexplicable y sin darse cuenta llegó a la estación de Tamangueyú, al final pensó, las dos únicas personas que le inspiraban la necesaria confianza para hablar del tema, eran el Turco y Ramón.   

Vio que en la vía segunda había un carga esperando un cruce y desde el andén lo vio al turco en la cabina manipulando el Harper. Se dio media vuelta y entró en la oficina de auxiliares. 

Que haces Tano ?  

preguntó Ramón,  

viniste temprano...che....anoche... te quedaste dormido ? , volvió a preguntar   el auxiliar,   

No, contestó rápidamente el Tano, este... estaba en el baño...viste, no me sentía bien y .... bueno, me distraje unos minutos, pero nada mas.   

Hacia adentro pasó el rápido a Buenos Aires pitando fuerte y en el andén desierto levantó una polvareda que junto con el humo y el vapor de la 39 se fueron disipando mientras en la vía segunda, con un silbato corto de la mil quinientos, el carga se ponía en marcha con rumbo a Necochea.   

Volvió a la pensión, se bañó y comió algo, a las nueve y media estaba de nuevo en el andén. Guardó la bici y subió la escalera de la cabina de a dos escalones, saludó al Turco que levantando la vista del diario miró el reloj, 

- Te echaron de la pensión ?   pregunto,   

No... sabes, quería comentarte algo, le dijo el Tano, anoche..... 

Esperá que voy al baño, apuró el Turco, en ese momento el Tano se sentó en el taburete junto a la mesa y volvió a ver las inscripciones grabadas en la tabla, dio un salto hacia atrás y se quedó mirando la fecha sin año y con tres cruces que tantas veces había visto y en ese momento cayó en la cuenta que era la misma fecha de ese día. El turco salió del baño abrochándose el pantalón y el Tano   dijo sorprendido: La fecha, Turco, es la de hoy.....   

No, contestó el Turco mirando hacia fuera, hacia el paso a nivel, es la fecha de hace hoy exactamente un año. 

Hace un año, siguió el Turco, vos estabas en veinticinco, no ? 

Si, por...? 

Seguro no te acordás, claro estabas lejos.... pero ese día, mejor dicho esa noche como a las dos de mañana, venia entrando un carga del lado de Tandil. Pesado, como de doscientos y pico de ejes, cargado a Necochea y en bajada. En el paso a nivel se mandó un camión, de los grandes, viste.... y chocó violentamente contra la 42 del carguero, como habrá sido la piña que la locomotora volcó y los vagones se le vinieron encima; el camionero que seguramente venía dormido y ni vio la barrera murió en el impacto, el maquinista y el foguista, los dos de Tandil, también murieron, uno aplastado por la máquina y el otro quemado, unas horas después en el hospital de Lobería.   

Fue tremendo, el señalero desde aquí arriba vio todo y fue el primero en tratar de ayudar, claro te imaginás, no pudo hacer nada. Quedó muy mal, el fue el que grabó la fecha, 20 de octubre y las tres cruces en la tabla de la mesa, el tipo estaba obsesionado...... 

Y donde está ahora, digo.... el señalero ese, alcanzó a preguntar el Tano. 

Es el fulano que vos viniste a relevar, está desde hace seis meses con licencia médica, creo que lo internaron en Buenos Aires, decía que desde entonces todas las madrugadas de los días 20 veía venir el tren del lado de Tandil y al llegar al paso a nivel, tenía que taparse la cara para no ver de nuevo el pavoroso accidente, duró unos meses pero no aguantó mas, pobre tipo se volvió loco.   

El Turco siguió hablando de los dos guinches que vinieron de Tandil y Mar del Plata a levantar la máquina y los pedazos de vagones, de la cuadrilla que reparó la vía y del servicio interrumpido como una semana, pero el Tano, a esa altura del relato ya no escuchaba nada, ni siquiera escucho el saludo despidiéndose hasta el otro día ni las recomendaciones del servicio que le dejaba el señalero relevado.   

A fin de mes se fue de Tamangueyú. Pidió su retiro a la empresa y se volvió a Veinticinco de Mayo. Hoy, treinta años después, el Tano tiene un boliche frente a la plaza, en Veinticinco lo conocen todos y lo aprecian mucho, es un tipo charlatán y jodón, le gusta hablar de todo, eso si, menos de trenes y de su paso hace ya tiempo, por Tamangueyú.

Marcelo Arcas   El  apeadero, cuentos, historias y curiosidades ferroviarias.

http://www.rumboalsud.com.ar/





9 comments:

  1. MUY LINDO CUENTO FERROVIARIO, DE LOS QUE HAY MUY MUY POCOS, ESTE CUENTO ESTABA EN UNA PAGINA "EL APEADERO" QUE LAMENTABLEMENTE DESAPARECIO, NO LA PUDE VOLVER A ENCONTRAR.

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    1. Precisamente Marcelo Arcas es el autor de este cuento y quien administraba El Apeadero.

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  2. Si me encanto la historia, a veces en los veranos ibamos a la estacion Quequen a despedir algun amigo y nos quedabamos en el tren de colados para bajar en Pieres o Tamangueyu, y volver a dedo.Tiene un link con mas historias de ferrocarriles y fotos de trenes http://www.rumboalsud.com.ar/

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  3. Los fantasmas de las vias solitaries,hay una estacion al sur en La Pampa que solo Se Ve al pasar de noche De dia es un descampado.

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  4. http://javiemiro.blogspot.com.au/2015/10/milonga-paraquequen.html
    Tambien tiene fotos de la zona

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  5. http://javiemiro.blogspot.com.au/2015/10/milonga-paraquequen.html
    Tambien tiene fotos de la zona

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  6. Me gusto , nunca habia leido cuentos dw ferriarios pero comprendi casi todo el argot usado. ! Gracias

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  7. http://www.geocities.ws/rumboalsud/X/apeadero/titu.htm
    Ésta es la dirección.

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