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Thursday 9 April 2020

El Diario de Izza Capitulo V : La picada del penúltimo semáforo




El Diario de Izza  Capitulo V 



Cuando pense' en olvidarlo todo o casi todo ; un encuentro siniestro en un lugar maldito,me devolvio a las profundidades del infierno.



La picada del penúltimo semáforo

Nunca olvidare’ esa noche. Una noche oscura, negra y fría, sin luna ni estrellas, la tenue luz de los astros luchaba por atravesar inútilmente las densas nubes, como la mirada desahuciada de una víctima inocente que yacía, en algún lugar de los precarios asentamientos que apenas se avistaban al costado de la ruta.
La humedad del ambiente se concentra formando densas neblinas que se mueven tenebrosamente a merced del viento, de tanto en tanto figuras miserables se esbozan alrededor de un fuego incipiente alimentado de basura, restos de cubiertas y ramas verdes produciendo una humareda lúgubre que disminuye aún más la endeble visibilidad suburbana. 






Justo en el penúltimo semáforo antes de salir a la ruta, parado junto a mí un coche misterioso me incitaba para correr una picada. el rostro del conductor me produjo escalofrío








Adelante la más absoluta oscuridad, pero ambos sabíamos que el reto seria hasta el próximo semáforo que se encontraba a 5 km de una ruta desierta y sinuosa antes de enfrentarse con el acceso a la autopista a Buenos Aires.
En situación normal a mi edad debería haber ignorado totalmente cualquier tipo de aventura, sin embargo, mi estado mental no era el adecuado, totalmente perturbado desde aquel macabro hallazgo del maldito diario personal, podría en este momento envolverme en una pelea callejera o tomar un avión a un país desconocido, todo me daba igual.
Me devoraba la curiosidad y sentía que debía continuar la situación con el fin de registrar detalles del conductor, del vehículo, del lugar, siempre mi mente girando sobre la paranoica pesadilla de que este, debería ser el perverso monstruo que secuestro’ a esa joven.
A ambos lados del semáforo un par de luces rudimentarias que iluminan un parador de ómnibus me brindan justo lo mínimo para recolectar cierta data de importancia.

Observo cada detalle de ese Ford Falcon 79 posiblemente un modelo Futura , su pintura azul cobalto, sus dos rayas blancas sobre el capot y una transversal a través de la longitud del vehículo  parrilla en color negro, lentes de giro de color naranja, luces altas de halógeno y llantas de 14 pulgadas y con neumáticos de perfil bajo  Firestone  con una fina banda roja entre otros cambios.
El conductor un tipo flaco morocho de nariz larga y puntiaguda, con numerosas ojeras bajo sus ojos me desagrada y me da miedo, pero tengo que forzarme a memorizar cada detalle.
En segundos usando mi vista lateral de mi ojo izquierdo tratando de no mirar fijamente al funesto en el volante, aparece y desaparece subrepticiamente apenas asomada por una fracción de segundo en la ventanilla del asiento de atrás la visión de una joven de aspecto abandonado, sucia, tendría 19 o 20 años, demacrada, con un pelo rubio hecho manojos unos ojos celestes sin expresión y varias marcas de la cara como golpes o cortes. 







Su presencia espectral se esfumo’ repentinamente tras el vapor de condensación del vidrio
Aun en shock por la visión de la joven que podría ser la mismísima Izza referida en el diario o alguna nueva presa de su cacería repugnante aguardo impaciente el inminente pasaje de las luces del rojo al verde.

Mi pie, respondiendo a no sé qué mecánica reacción del cerebro autónomo (porque seguramente la decisión no paso’ por mi conciencia en absoluto), presiona el acelerador hasta el fondo.
Mis reflejos, el cambio de marchas en el momento justo, el control del volante en la primera curva, la adrenalina y la imagen del Ford Falcon en serios problemas para poder mantenerse a la par, se precipitan impregnados de cierto “Deja Vu’”, reminiscencias que creía olvidadas de mi breve y humilde paso por el automovilismo. Experiencia que me llevara a mediados de los 70;s a participar con escaso éxito del legendario rally de la montaña a través de la ruta de las altas cumbres.
Me asalta por un instante el pensamiento de si el nefasto conductor del Ford habiendo hurgado en mis récords, sabría que sucumbiría a la tentación de aceptar semejante reto irresponsable y si esto era así, si habría sido elegido desde el principio para ser el interlocutor de su crueldad y si ya tendría planeado un final para mi cuando ya no le sirva para sus oscuros propósitos.
Todo mientras circundaba mi mente mientras mi Toyota Camry alcanzaba los 150 km/hr en una oscura ruta suburbana.

Estas elucubraciones sembraron la inseguridad, distracción que me produjo una pequeña desaceleración, brindándole una perfecta oportunidad para tomar ventaja por parte del indigno.


El inconsciente según Freud es un gran aliado a la hora de tomar decisiones, ya que puede movilizar grandes cantidades de información permitiendo que podamos decidir en función de múltiples criterios.  La razón, por otro lado, se vuelve un torpe lastre a la hora del combate.




En una fracción de segundo vi su vehículo sobrepasarme dejando como rastro sus luces rojas traseras desapareciendo en la penumbra. De inmediato, me invadió’ una sensación de alivio al tomar la decisión de abandonar una situación peligrosa sin sentido, aflojando levemente la presión del pie sobre el acelerador, aun así, el velocímetro indicaba una velocidad superior a los 100 km/hr.

Me asombro’ sin embargo con la velocidad que desapareció de mi visual, dejándome la duda si no tendría adentro del capó otro motor preparado para carreras distinto del original.

Afortunadamente, intuición y prudencia se instalaron en mi cabeza resultando en una disminución de la velocidad a pesar de que mi corazón y mi ansiedad rebalsaban de adrenalina remante. El lapso de calma se extinguió súbitamente luego de breves diez segundos, interrumpido por la espeluznante silueta en la ruta del Ford atravesado transversalmente y con las luces apagadas.

Mi pronta reacción y la buena calidad y estado de mis frenos me detuvieron después de una aterradora derrapada de unos metros a escasos 30 cms del auto en cuestión.

Mientras el chillido de los frenos y el olor de las gomas quemadas invadía el interior del vehículo, entre el humo provocado por el calor de las llantas pude ver prenderse las luces del Ford, y diestramente completar un rápido giro de 90* y retomar nuevamente la marcha a toda velocidad.

Totalmente enfurecido sentí la inconsciente necesidad de seguirlo y tratar de leer su número de registración. Consigo mi propósito posicionándome a escasos metros detrás del susodicho.

Nuevamente el vehículo frena de golpe, pero esta vez yo consigo maniobrar y pasarlo al mismo tiempo que registro su patente que repetía una y otra vez en voz alta para grabarla en mi memoria.

El vehículo con chapa AA291GX circulaba detrás de mí con la voraz intensidad de una cacería, me sobrepasa y me encierra de tal manera que mi auto al frenar bruscamente queda atravesado en la avenida.



El Falcon acelera de golpe a máxima velocidad para doblar de improvisto en una salida cerrada hacia la derecha en pocos metros y abandonar la avenida internándose en un angostísimo sendero de tierra a la derecha continuando su camino con sus luces apagadas y a gran velocidad.
Vi con pavura la siniestra figura del auto, desvaneciéndose, bajo una nube de polvo, hacia unas luces tímidas titilantes que denotaban la presencia de algún miserable rancherío.



la historia continua ...

exto Javier Martin Miro' /  ilustraciones Isabella Miro'

copyright todos los derechos reservados 



8 comments:

  1. Un buen repaso a coches míticos, en un relato de velocidad y esa intriga de quién conducirá ese veloz automóvil.

    Un abrazo

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    1. Gracias Albada , si deseas puedes conocer la historia desde su tragico comienzo siguiendo estos links https://javiemiro.blogspot.com/2019/02/el-diario-de-izza.html

      https://javiemiro.blogspot.com/2019/04/el-diario-de-izza-2da-parte.html

      https://javiemiro.blogspot.com/2019/04/el-diario-de-izza-3ra-parte.html

      https://javiemiro.blogspot.com/2019/04/el-diario-de-izza-4rto.html

      La historia continua ... Un abrazo

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  2. Sabía que en algún momento retomarías esta historia... ¡bien! Aunque me volvés a dejas con las gansas de seguir sabiendo cómo sigue. Me mostraste el dulce para luego quitármelo vilmente.

    Los enlaces no funcionan, o por lo menos a mí no.
    Gran canción de Queen.
    Recordé con esta historia la escena de la picada de Volver al futuro. Y conozco una canción de picadas de auto: "Cruz Diablo" de los Redondos

    Abrazos Javier!

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  3. Increíble me ha encantado leerte. En lo que escribes convive la más pura poesía con el misterio, el suspense... Precioso de verdad y lleno de detalles. Un beso grande.

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  4. Vengo de leer los otros capítulos de los enlaces que le has pasado a Albada. Una muy buena historia en la que no solo es significativa la angustia relatada por la chica que está pasando por tan terrible trance, sino la que él va adquiriendo según va leyendo el diario, sintiéndose cada vez más comprometido y enganchado.

    Seguiré leyéndote…

    Un placer, amigo.

    Abrazo grande.

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  5. La verdad muy chulo.... Y la primera foto, me gusta, de la carretera,,,, un saludo desde Murcia.

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  6. Hola, Javier. Creo que de loco no tienes nada :-)
    Deseo agradecerte tu visita a mi blog y decirte que, aunque no he leído todo, volveré con tiempo para disfrutar de lo que haces. El suspense y esas cosas no se me dan muy bien, así que me servirá de mucho.
    Un placer pasarme por aquí, y nos seguimos leyendo.
    Beso.

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    1. Gracias Mag estamos a la entrada de un tunel oscuro y macabro , A nadie le gusta sin embargo seguimos avanzando juntos autor y lector, simplemente porque no podemos evitarlo y queremos saber que hay mas adelante, Eso es suspenso. Un abrazo

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